Don Walter Muñoz entró en la escena política costarricense en el 98 cuando, según mis cálculos intuitivos, empezó el proceso de multifraccionamiento de la Asamblea Legislativa. En 2002, se postuló al mismo tiempo que don Otto Guevara y ambos eran los chiquillos sexys de las papeletas.
Muñoz tiene verbo y aspecto, pero le faltó todo lo demás para continuar vigente en la escena política. Ideológicamente su diputación se tiró hacia la izquierda en años donde había demasiado anzuelo y pocos peces, a diferencia de hoy.
No logró darse a conocer como ideólogo -algo de lo que carece nuestro sistema político- ni tampoco por su labor de control político, que es lo más fácil que puede hacer un diputado opositor para lograr un espacio en la agenda mediática.
Desde entonces, religiosamente, se postula cada cuatro años para ser presidente y a veces para diputado, perdiendo en unas y fracasando en otras.
Cuando nosotros nos pensionemos tendremos como registro del cambio físico las cédulas viejas, don Walter Muñoz además contará con las fotos de las papeleta presidenciales.
Un secreto que pocos saben es que don Walter se ha postulado más veces para presidente que don Otto, algo que merece la medalla de oro en la categoría “lo importante es participar” que debería otorgarle el Tribunal Supremo de Elecciones.
Según Wikipedia ha sido dos veces cogalardonado con el Premio Nobel de la Paz, en 1985 y 1999, lo cual lo convierte en el tico más impactante a nivel global de todos los tiempos de lo cual no nos dimos cuenta. Fue postulado nuevamente para el altísimo reconocimiento en el 2009 pero Barack Obama le jugó la vuelta.
La historia registra cuatro personas y dos organizaciones que han recibido dos veces el Nobel pero hasta donde tengo entendido nadie ha pasado tres veces a recibir el premio, podría ser don Walter.
Invisibilizado por la historia, la política costarricense y tomado en cuenta sólo en debates de segunda división, el candidato del Partido Integración Nacional se prepara para un domingo sin sobresaltos, cuya única emoción será poner a prueba la lealtad de sus colegas médicos y otros funcionarios del Hospital Calderón Guardia que le prometieron el voto, ojalá que no le queden mal.