Al tratar de enumerar lo “feo” de Johnny Araya uno podría pensar que bastaría hacer una lista y recolectar, uno a uno, los diversos “posts” que se acumulan en Facebook a unos días de las elecciones. La mala reputación del ex-alcalde bastaría para llenar un par de páginas a espacio simple y este humilde artículo quedaría allí.
Sin embargo, la cosa no es tan sencilla.
Para hablar de lo “feo” de Johnny Araya hay que reflexionar sobre lo que podría haber sido lo “bueno” de este muchacho. Recordemos que Johnny viene de una familia palmareña, fuertemente anclada y compenetrada con Liberación Nacional. Su padre, Fabio Araya fue diputado por Liberación. Además, Johnny es sobrino del último integrante vivo de la Constituyente – don Luis Alberto Monge- (con el “don” que usa mi abuelito) Esto lo liga, sin duda, a ese pasado mítico que Liberación Nacional ha establecido en el inconsciente colectivo de los ticos. Mitología que demuestra su fuerza aún hoy, cuando el Partido se lanza a salvar a Costa Rica del “peligro rojo” del comunismo. Mitología que se alimenta también de esa substancia etérea, difícilmente definida, conocida bajo el nombre de “social-democracia”. Substancia que el pueblo de Costa Rica asocia con el avance social, el ICE, el IMAS y la nacionalización del crédito...
Pero Johnny no es un sobrino más en esta extensa familia. Johnny es hermano de un intelectual con cierto prestigio en algunos círculos académicos, como lo es Rolando. Para algunos, algo así como un Luis Guillermo Solís antes de cruzar de acera...Rolando fue presidente de la Internacional Socialista en su momento, llegó incluso a ser una amenaza de cambio dentro del propio Liberación, hasta que sus compañeros de Partido le aplicaron la “narco-fumigación” para sacarlo de órbita.
Por este camino, si uno escucha a losenemigos íntimos del ex-alcalde, por ejemplo a Kevin Casas (de triste memoria), podría suponer que – a fin de cuentas- Johnny no es tan malo. El odio visceral del arismo que se manifiesta como una mirada prepotente contra este pueblerino que ama los topes y quizás también, como su hermano,los gallos de pelea, podría indicarnos que Johnny es, en efecto, el llamado a salvar la parte decente de Liberación. Esa que alguna vez tuvo entre sus intereses proteger la agricultura nacional y promover las cooperativas.
El esfuerzo memorístico nos lleva también a evocar el pasado militante de Johnny. De la mano de su hermano Fabio, el hoy candidato fueun militante importante del desaparecido Movimiento Revolucionario del Pueblo. Según parece, él era el encargado de las relaciones internacionales de la organización con las guerrillas centroamericanas, así como el responsable de la juventud del movimiento. Gracias a esa militancia, y bajo la bandera de Pueblo Unido, Johnny llegó de regidor a la alcaldía de San José. Quizás queda por ahí una legítima preocupación por lo social y la intención de un cambio de rumbo que afecte directamente a las mentes brillantes del PLN, aquellas que se formaron en Inglaterra o que escriben desde Washington y no se les ocurre escuchar,Galopando, los domingos, a las 8 am, por 101.5 fm. Tal vez – sólo tal vez- existe una verdadera voluntad de cambiar el rumbo de los últimos 20 años.
Así que lo feo de Johnny no es pasar del entrenamiento en la Habana a la farándula de Chepe. Lo feo de Johnny no es pasar de la lucha armada socialista al olvido de lo que cuesta un kilo de arroz o una caja de leche. Lo feo de Johnny no es haber apoyado el TLC mientras su tío y su hermano se oponían fervientemente al Tratado con argumentos e ideas como miles de costarricenses.
Lo feo de Johnny no es hacer de San José un Las Vegas del subdesarrollo. Lo feo de Johnny no es hacer de San José una ciudad donde conviven torres de apartamentos de 400 000 dólares y piedreros durmiendo en las aceras. Lo feo de Johnny no es hacer un anuncio que dice “Contráteme”.
Lo verdaderamente feo de Johnny Araya es que a pesar de todos los millones gastados en comunicación e imagen para revalorizar a Liberación y afirmar su voluntad de cambio, nadie le cree.